
Conoció bien el horror de guerras como la Vietnam y fue de las pocas personas que se atrevieron a criticar abiertamente las guerras paralelas; es decir, las propagandas diseñadas para confundir a la opinión publica y enajenarla con principios demagógicos que luego no solo no se ponen en practica, sino que acaban convirtiéndose en lo contrario.
Durante años, aún después de declarada su enfermedad, escribió artículos reveladores sobre uno de los mayores problemas que amenazan desde hace tiempo a la civilización occidental: El islamismo radical. No solo se centraba en las noticias puntuales y terribles de los atentados que todos conocemos, tambien sabía ver mas allá y poner el punto de atención en la creciente inmigración de musulmanes hacia Europa, donde llegan, se asientan, pero no se integran.
Cuando, hace ya muchos años, Oriana advertía sobre las consecuencias a medio plazo que tendría este fenómeno migratorio que tiene desbordados hoy día a ciertos gobiernos, fue tachada de tremendista y agitadora por aquellos que confunden la bondad con la cobardía, la caridad con la complicidad hacia los dictadores y los principios básicos de la sociedad con los métodos de crear nuevos ghettos de votantes.
Oriana no ha perdido una batalla contra el cáncer. Le ha ganado a la enfermedad la guerra entera. Se ha ido habiendo trabajado hasta el límite de sus fuerzas. Hasta el último momento ha mantenido sus principios inamovibles y no ha sido cobarde ante los que la amenazaban en nombre de un dios absurdo y terrible que bendice guerras santas y suicidas en calles y puertas de colegio. Ha tenido el valor de seguir adelante hasta que ha necesitado descansar definitivamente.
Habló en muchas ocasiones del peligro latente que va minando poco a poco el modo de vida occidental, que hasta ahora es el único que garantiza en cierto modo las libertades del ser humano. Vivía amenazada por quienes exigen su derecho a tener mezquitas en Europa, valiéndose de la misma democracia que desprecian, pero prohibiendo en sus países cualquier otra religión que no sea la suya..
No les concedo el beneficio de la duda a quienes la tacharon de fanática. No les creo capaces de reconsiderar posturas ahora que se ha filtrado un informe que apunta a posibles elementos de Al Queda entre las oleadas de inmigrantes marroquíes y argelinos.
Mientras tanto, ponemos dinero de nuestros impuestos para regalar a Marruecos centenares de vehículos 4x4 para que vigilen sus costas. Volvemos a lo de siempre. A financiar dictadores genocidas, que por el hecho de declararse antiamericanos cuentan con la ternura y la palmadita en la espalda de nuestro gobierno.
Gobierno que permite la discriminación femenina en ciertas comunidades extranjeras dentro de nuestro país, por cuestiones de culto religioso y de conveniencia política.
Ahora Oriana no está, pero quedan otros. Denuncian lo mismo y sufre la misma persecución y desprestigio por parte de las corrientes buenistas que se adueñan de los estamentos de poder.
Estoy con ellos. Con los demás “Oriana Fallaci”. No tengo temor a que otros me tachen de racista o xenófobo, porque no lo soy y mi vida diaria así lo demuestra. Y porque estoy totalmente de acuerdo con todas y cada una de las líneas que ella escribió en su libro “La rabia y el orgullo”
Para finalizar, para invitar a pensar y meditar, me gustaría dejar en el aire la contradicción suprema, una de tantas, que sufre este país: El gobierno español persiste en su empeño de mantener relaciones diplomáticas con países y bandas terroristas islámicas que amenazan de muerte desde hace años a un político español, actualmente en la oposición, que se ha significado por criticar contra el islamismo radical.
Quien le pone el cascabel al gato???