Calentamiento Global Español o el cabreo generalizado
Cada día que pasa tengo menos dudas de que el tan manido “calentamiento global” es algo serio. Muy serio. Tengo los suficientes años como para ejercer memoria y perspectiva sobre el pasado reciente. Puedo testificar que hace tiempo los inviernos eran mas inviernos. También hacia mucho calor en verano; pero los inviernos “de antes” eran mucho mas fríos, mas blancos, mas mojados y mas largos. Ni comparación estos de ahora con aquellos inviernos que me tocó vivir en Zaragoza, durante los 70. Así que debe ser verdad eso que dicen los científicos y que la gente de a pié lleva ya una década negando. Si se niega el problema, si no se admite, no existe.
Aquí, en España, sufrimos nuestro particular calentamiento global. La temperatura de la convivencia política y social sube cada día. Nunca en nuestra democracia se había podido palpar, como hoy, ese ambiente de distanciamiento entre los dos principales partidos políticos y sus militantes mas activos. Un ambiente de cabreo generalizado que marca el día a día de los medios, cuando no se ocupan de la fauna de personajes famosetes a los que preguntan a cada momento si se han ido a la cama con tal y con cual. Nunca los ciudadanos tuvimos que soportar un gobierno tan inepto e incompetente, mas empeñado en fomentar lo que separa que en cultivar lo que de veras enriquece. Nunca habíamos visto una oposición minoritaria tan vendida a ese mismo gobierno. Nunca una oposición mayoritaria tan mediocre, que no reacciona ni modifica su estrategia. Nunca los medios mas politizados estuvieron tan politizados. Nunca la tele basura llegó a ser tan omnipresente en los horarios mas convenientes para niños y jóvenes.
Se hace política contra los otros. Se vota contra los otros. Se opina contra los otros. Se busca el motivo y el insulto contra los otros. Y mientras se multiplica el barro y la porquería por todas partes, muchos han aprovechado cuanto han podido para pescar en aguas revueltas. Y si seguimos hablando de los medios, podemos contemplar absortos como gran cantidad de periodistas, comentaristas y colaboradores defienden a ultranza los programas en los que participan, apelando a la libertad de expresión y al derecho a la información. Mercantilismo. Pasta gansa que mueven todos estos intereses. Hipocresía. Orgullo. Soberbia. Calentamiento Global.
Vuelven los mitos y los tópicos que, con el paso del tiempo, conseguimos enterrar, a pesar de que siempre hubo un sector político empeñado en mantenerlos vivos, especialmente durante las campañas electorales. Hace un par de años algún columnista de prensa escrita y algún locutor de radio se atrevieron a opinar que el espíritu de las dos Españas parecía asomar la cabeza desde el pasado. Fueron tachados, entre otras cosas, como “revisionistas”. Es como si fuera malo, incorrecto, que se pusiera en tela de juicio el interés de algún sector en volver a hablar de la guerra civil, pero solo desde uno de los dos lados. Ahora, ya son mas los que defienden que una cosa es corregir errores del pasado y otra cosa es revivirlo constantemente (cuando interesa) para crear polémica y enfrentamiento.
Pero nadie esta libre de pecado para tirar la primera piedra. Cuantos otros políticos no han atacado y reprochado aquello que defendieron en el pasado. O viceversa. Cuantas veces ha sucedido aquello que los políticos han prometido que no iba a suceder. O viceversa. Cuantas veces aseguraron algunos canales de televisión que respetarían los horarios protegidos, programando su porquería en horas mas tardías.
O mucho me equivoco, o será muy difícil librarnos de este “efecto invernadero”. El calentamiento global español es un hecho. Es consecuencia del cabreo generalizado. Cabreo que también tiene sus propios iconos. Fernando Fernán Gómez - ¡¡¡Vaya usté a la mieerda!!! ¡¡¡A la mieeeerrdaaa!!! – es uno de los máximos exponentes. También lo fue Van Gaal mientras vivió aquí, porque el extranjero que viene acaba cabreado. Hasta el cabreado con mayúsculas, el cabreado máximo, el gesto y el tono perfecto del cabreo intrínseco, el expresidente Arzallus, aparece de nuevo por el horizonte. A él no lo supera ni Fraga, otro gran cabreado para la historia.
Quizá el panorama político se purgue a sí mismo en el futuro, aunque el daño social ya estará hecho. Lo que veo realmente complicado es que alguno de los canales de TV rectifique su actual programación. Al contrario. Esto va a más. El dinero es el dinero. Y a más dinero, menos honradez.