Tal y como ha contado el informativo de Onda Cero de las 14 horas, con cierto sentido del humor, una vez que el juez Garzón a comprobado que Franco y otros cuarenta y tantos generales y altos cargos de la dictadura están muertos, se declara no competente para acometer el enorme despropósito que él mismo quiso poner en marcha. Y como hemos hablado tantos y tanto de lo que pretendía hacer y el más que posible objetivo de su pretensión, solo me extenderé en las inmediatas consecuencias de esta última decisión suya que, estoy absolutamente seguro, no tendrá la consecuencia inmediata que debería tener.
Me refiero al desengaño. Desengaño que deberían manifestar quienes se dejaron llevar por el júbilo, el revanchismo, la ignorancia y la fácil manipulación de masas en que consistía la iniciativa de Garzón, ni más ni menos.
Debo reconocer, por mucho que me pese, que la garzonada, como llamaron muchos a esta maniobra, ha tenido bastante éxito. Ha echado a pelear a media España contra la otra media. Y como suele ser habitual en las épocas de los gobiernos socialistas, ha florecido nuevamente el odio, el desprecio, el insulto, el agravio comparativo y la mentira. Cosecha que tan solo ha aprovechado a la búsqueda de notoriedad de uno, Garzón, a la necesidad de ocultación de otros pocos, el gobierno socialista y su desesperada negación de la crisis para perpetuarse en el poder, y a quienes con su desesperado revanchismo y su versión intoxicadora de la historia española reciente tan pretenciosa, criminal y visceral como la ellos achacan al franquismo y, por extensión, a la derecha democrática y a cualquiera que no se sume al pensamiento único de los defensores de quienes, si hubiesen ganado la guerra civil, también hubiesen impuesto una dictadura, según se desprende de sus confesas intenciones y manifiestos de aquellos tiempos.
Tengo en mente ahora mismo a algunos personajes, participantes de un foro, a quienes ya cité aquí en cierta ocasión, que idealizaban a Garzón como el salvador de los represaliados por el franquismo y que, como buenos demócratas, insultaban a quienes no estábamos de acuerdo ni con la iniciativa del juez, ni con las sectarias y torcidas interpretaciones de sus defensores.
Hoy no me resistiré a aparecer de nuevo en ese foro. Intentaré rescatar el aquel hilo que, entregadamente, como fans histéricas de Los Pecos y Leif Garret, los sin criterio propio titularon “Gracias de todo corazón, Sr. Garzón”, para añadir mi definitivo comentario felicitando al Don Baltasar por haber llegado, aunque tarde, al conocimiento que muchos ya poseíamos. Que Franco murió en Noviembre de 1975, pero que suele resucitar en las campañas electorales del PSOE y en el Blog de Pepe Blanco. Después, abriré el imaginario paraguas que protege de insultos y maldiciones y, figuradamente, me sentaré a ver pasar el cadáver de mi enemigo y su cortejo fúnebre; en este caso, el nuevo ídolo que muchos se aprestaban en erigir, sin importar abrir heridas ya curadas ni resucitar sufrimientos ya superados.
Bien haría el Sr. Garzón, ahora que parece finalizar esta su penúltima aventura mediático partidaria, en declararse incompetente definitivamente para administrar justicia.
Que le lluevan a usted muchos contratos para dar conferencias, don Baltasar. Y que le contraten bien lejos y muy a menudo.
Me refiero al desengaño. Desengaño que deberían manifestar quienes se dejaron llevar por el júbilo, el revanchismo, la ignorancia y la fácil manipulación de masas en que consistía la iniciativa de Garzón, ni más ni menos.
Debo reconocer, por mucho que me pese, que la garzonada, como llamaron muchos a esta maniobra, ha tenido bastante éxito. Ha echado a pelear a media España contra la otra media. Y como suele ser habitual en las épocas de los gobiernos socialistas, ha florecido nuevamente el odio, el desprecio, el insulto, el agravio comparativo y la mentira. Cosecha que tan solo ha aprovechado a la búsqueda de notoriedad de uno, Garzón, a la necesidad de ocultación de otros pocos, el gobierno socialista y su desesperada negación de la crisis para perpetuarse en el poder, y a quienes con su desesperado revanchismo y su versión intoxicadora de la historia española reciente tan pretenciosa, criminal y visceral como la ellos achacan al franquismo y, por extensión, a la derecha democrática y a cualquiera que no se sume al pensamiento único de los defensores de quienes, si hubiesen ganado la guerra civil, también hubiesen impuesto una dictadura, según se desprende de sus confesas intenciones y manifiestos de aquellos tiempos.
Tengo en mente ahora mismo a algunos personajes, participantes de un foro, a quienes ya cité aquí en cierta ocasión, que idealizaban a Garzón como el salvador de los represaliados por el franquismo y que, como buenos demócratas, insultaban a quienes no estábamos de acuerdo ni con la iniciativa del juez, ni con las sectarias y torcidas interpretaciones de sus defensores.
Hoy no me resistiré a aparecer de nuevo en ese foro. Intentaré rescatar el aquel hilo que, entregadamente, como fans histéricas de Los Pecos y Leif Garret, los sin criterio propio titularon “Gracias de todo corazón, Sr. Garzón”, para añadir mi definitivo comentario felicitando al Don Baltasar por haber llegado, aunque tarde, al conocimiento que muchos ya poseíamos. Que Franco murió en Noviembre de 1975, pero que suele resucitar en las campañas electorales del PSOE y en el Blog de Pepe Blanco. Después, abriré el imaginario paraguas que protege de insultos y maldiciones y, figuradamente, me sentaré a ver pasar el cadáver de mi enemigo y su cortejo fúnebre; en este caso, el nuevo ídolo que muchos se aprestaban en erigir, sin importar abrir heridas ya curadas ni resucitar sufrimientos ya superados.
Bien haría el Sr. Garzón, ahora que parece finalizar esta su penúltima aventura mediático partidaria, en declararse incompetente definitivamente para administrar justicia.
Que le lluevan a usted muchos contratos para dar conferencias, don Baltasar. Y que le contraten bien lejos y muy a menudo.
El problema es que el juez vuelve a cometer un delito de prevaricación y vuelve a salir de rositas ya que nadie emprenderá las acciones pertinentes. Eso sin sopesar los gastos efectuados y el retraso en otros casos como el del chivatazo a ETA.
ResponderEliminarSaludos
Tira la toalla, pero no el 1.700.000 euros cobrados del Santander "por conferencias en universidades americanas".
ResponderEliminarEn cualquier país serio,hace años que estaría fuera y apartado de la carrera judicial.
Sí, es una pena. La iniciativa de Garzón habría estado bien hace 25 años. Ojalá hubieran ido a la cárcel los responsables de la guerra, la represión y también de ciertas matanzas, como Paracuellos. Muchos de ellos han estado sentándose durante 30 años en parlamentos nacional y autonómicos (véase PC, PP gallego...) En fin, una basura.
ResponderEliminarPero para hacer las cosas tarde, mejor no hacerlas.
¿Pero de verdad que ha muerto? ¿De qué va a hablar entonces el PSOE en sus mítines ahora? No me des estos disgustos a horas tan tempranas, Mike.
ResponderEliminarEstoy bastante de acuerdo contigo, Mike,pero creo que además del enfrentamiento y la crispación (dime de qué presumes, etc.), la actuación de Garzón ha provocado, hasta en los acérrimos, jolgorio generalizado y cachondeíto fino. Y eso siempre viene bien.
ResponderEliminar¿De verdad?...Bueno, la verdad es que mala cara si que tiene...¡gracias Garzón!,me acabo de enterar¡...
ResponderEliminarETA, GRAPO, bandas latinas, bandas del albanos-kosovares, mafia italiana, mafia rusa... Garzón podría haberse centrado en temas que de verdad importan a la ciudadanía porque nos afectan directamente. Pero él buscaba la fama. Si este señor tuviera vergüenza, abandonaría la carrera judicial inmediatamente.
ResponderEliminarSaludos!
Por cierto, puse en mi blog la opción de seguidores... :)
ResponderEliminarYo eso lo aprendí en el colegio. Un hombrecillo taciturno salía diciendo "Franco ha muerto"...
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