Se agolpan en mi mente muchas preguntas, cada vez que sé de un crimen como el que se cometió hace un par de días, en el que dos muchachos menores de edad asesinaron a una niña, degollándola y apaleándola.
Le quedaba muy poca vida cuando la encontraron, tirada en un descampado cercano a su casa. Murió a los pocos minutos, y si son ciertos los pocos informes del caso que han trascendido, supongo que la causa del fallecimiento habrá sido un shock hipovolémico, si no se descarga como motivo alguno de los traumatismos severos que ha padecido.
Hoy leo en prensa que el fiscal imputa por homicidio a los dos jóvenes, quienes podrían pasar en internamiento un máximo de ocho años. Desconozco si el sistema penal español permite añadir agravantes a la acusación de un menor, pero ocho años me parecen un precio bien barato por semejante crimen. Esos ocho años no alcanzarán para pagar ni el pánico que debió sufrir esta niña antes de fallecer.
Estos dos chicos no tienen ni idea de lo que han provocado. No solo han acabado con una vida, derramando sangre inocente. Han arruinado la vida de la familia de la víctima y de las suyas propias.
Este tipo de delincuencia infantil y juvenil se ha disparado en la última década. Casos tan notorios como el del “asesino de la katana”, que acabó con la vida de sus padres y hermana, y otros tantos en los que adolescentes abusan, maltratan o asesinan, parecen multiplicarse en una progresión que crecerá sin ningún control, si las autoridades y los legisladores no ponen remedio.
No pienso disculpar a uno solo de estos jóvenes criminales. No los considero enfermos mentales. Les veo como la cosecha que ahora empezamos a recoger y que comenzaron a sembrar quienes prefirieron fomentar una educación escasa de valores y principios y absolutamente huérfana de trabajo, esfuerzo, recompensa y excelencia. La edificación del espíritu humano pasa precisamente por muchos aspectos que, hoy día y desde hace mucho tiempo, ya no se tienen en cuenta.
El concepto verdaderamente alienador de que algunos aspectos de la educación son cosas del pasado ha hecho un daño tan profundo que, lo que eran hechos rarísimos – por no decir impensables – cuando yo era un niño, treinta o treinta y cinco años después suceden dos o tres cada año.
Mi inquietud hoy, sobre estos muchachos que han asesinado a la joven, es la incógnita por saber si ellos son mínimamente conscientes de las consecuencias de su acción. Casi una irrelevante pregunta para una generación marcada por tantos actos de violencia. Generación que no ha aprendido que todos los hechos de nuestra vida tienen consecuencias trascendentes para nosotros mismos y para nuestro entorno. Generación esta en la que tantos chavales se doctoran prematuramente en vandalismo, holgazanería y desprecio y burla hacia sus mayores, y en la que también se ha derrumbado tópicos como aquél que aseguraba que los niños eran más gamberros y las niñas más tranquilas y cuidadosas. A esto sí que ha llegado la paridad y la igualdad, porque las chicas ahora también se muestran tan crueles como ellos. Solas y solos, o en compañía de otras y otros, que diría el término legal definitorio de algún delito en el código penal que redactaría la ministra Aído.
El referido asesino de la katana cumplió seis años de internamiento en un centro especial de menores, para pasar después a estar bajo custodia en un centro evangélico del norte de España. Tres vidas a precio de saldo y, como descuento promocional, un paquete grande de amargura recurrente para el resto sus familiares.
Veremos qué sucede con los asesinos de Ripollet. Si yo tuviera que adivinar la cantidad de años que puedan pasar recluidos, apostaría a la baja.
Lo que sí sabemos con seguridad es que la familia de la muchacha no se recuperará nunca.
http://elrepublicanodigital.blogspot.com/2006/11/de-un-extremo-otro.html
Le quedaba muy poca vida cuando la encontraron, tirada en un descampado cercano a su casa. Murió a los pocos minutos, y si son ciertos los pocos informes del caso que han trascendido, supongo que la causa del fallecimiento habrá sido un shock hipovolémico, si no se descarga como motivo alguno de los traumatismos severos que ha padecido.
Hoy leo en prensa que el fiscal imputa por homicidio a los dos jóvenes, quienes podrían pasar en internamiento un máximo de ocho años. Desconozco si el sistema penal español permite añadir agravantes a la acusación de un menor, pero ocho años me parecen un precio bien barato por semejante crimen. Esos ocho años no alcanzarán para pagar ni el pánico que debió sufrir esta niña antes de fallecer.
Estos dos chicos no tienen ni idea de lo que han provocado. No solo han acabado con una vida, derramando sangre inocente. Han arruinado la vida de la familia de la víctima y de las suyas propias.
Este tipo de delincuencia infantil y juvenil se ha disparado en la última década. Casos tan notorios como el del “asesino de la katana”, que acabó con la vida de sus padres y hermana, y otros tantos en los que adolescentes abusan, maltratan o asesinan, parecen multiplicarse en una progresión que crecerá sin ningún control, si las autoridades y los legisladores no ponen remedio.
No pienso disculpar a uno solo de estos jóvenes criminales. No los considero enfermos mentales. Les veo como la cosecha que ahora empezamos a recoger y que comenzaron a sembrar quienes prefirieron fomentar una educación escasa de valores y principios y absolutamente huérfana de trabajo, esfuerzo, recompensa y excelencia. La edificación del espíritu humano pasa precisamente por muchos aspectos que, hoy día y desde hace mucho tiempo, ya no se tienen en cuenta.
El concepto verdaderamente alienador de que algunos aspectos de la educación son cosas del pasado ha hecho un daño tan profundo que, lo que eran hechos rarísimos – por no decir impensables – cuando yo era un niño, treinta o treinta y cinco años después suceden dos o tres cada año.
Mi inquietud hoy, sobre estos muchachos que han asesinado a la joven, es la incógnita por saber si ellos son mínimamente conscientes de las consecuencias de su acción. Casi una irrelevante pregunta para una generación marcada por tantos actos de violencia. Generación que no ha aprendido que todos los hechos de nuestra vida tienen consecuencias trascendentes para nosotros mismos y para nuestro entorno. Generación esta en la que tantos chavales se doctoran prematuramente en vandalismo, holgazanería y desprecio y burla hacia sus mayores, y en la que también se ha derrumbado tópicos como aquél que aseguraba que los niños eran más gamberros y las niñas más tranquilas y cuidadosas. A esto sí que ha llegado la paridad y la igualdad, porque las chicas ahora también se muestran tan crueles como ellos. Solas y solos, o en compañía de otras y otros, que diría el término legal definitorio de algún delito en el código penal que redactaría la ministra Aído.
El referido asesino de la katana cumplió seis años de internamiento en un centro especial de menores, para pasar después a estar bajo custodia en un centro evangélico del norte de España. Tres vidas a precio de saldo y, como descuento promocional, un paquete grande de amargura recurrente para el resto sus familiares.
Veremos qué sucede con los asesinos de Ripollet. Si yo tuviera que adivinar la cantidad de años que puedan pasar recluidos, apostaría a la baja.
Lo que sí sabemos con seguridad es que la familia de la muchacha no se recuperará nunca.
http://elrepublicanodigital.blogspot.com/2006/11/de-un-extremo-otro.html
No olvidemos que los ocho años los pasan jugando a la PlayStation y salen como el asesino de la catana sin ningún tipo de formación o empleo.
ResponderEliminarEs vergonzoso todo lo que está pasando.
Saludos
La Ley del Menor es una burla y una broma.Pero amén de esto,deberíamos plantearnos que clase de sociedad degenerada,amoral y podrida hasta la raíz es la que vivimos,para que este tipo de sicópatas,de auténticos killers sin alma despunten a edades tan tempranas.
ResponderEliminarUn diez Mike,por tu post de hoy.Alto y claro.
ResponderEliminarA mi me da pánico la generación de zánganos crecida al amparo de la Logse y de la bonanza económica ladrillera...
Solo matizar algunas cosas;al igual que en el caso de Mariluz, hay que ser políticamente incorrecto y decir,como ha dicho el ,siempre poco alabado y reconocido, Juez Calatayud "la cadena de responsabilidades pasa también por los padres que la dejaron salir sola".¿A que punto de "despelote" estamos llegando?.Por lo visto, según cuentan algunos periódicos,"los chicos llegaron a las doce de la noche a casa de la chica,y ella se lo dijo a sus padres, que la dejaron bajar sola y en pijama a hablar con unos amigos..."
¿Pero por Dios?,¡¡¿como es posible tanto relajo?!!.Yo a mis 31 años, quizas tenga aún muy fresca mi adolescencia y la de mi hermana,pero ¡esto en mis tiempos no pasaba!, y mis padres no han sido ningunos ogros....¿Como es posible dejar salir a una niña de catorce años sola y en pijama a las doce de la noche?,y por lo visto no vieron si había vuelto,(se encontraron su cadáver al día siguiente),simplemente pensaron que ¡habría ído a casa de una amiguita a dormir!...¡Es alucinante!....
Los chavales de esa edad son prácticamente analfabetos,no tienen respeto por los mayores,no tienen la cultura del esfuerzo y el tesón, se creen que la vida es tan inmediata como internet,y lo quieren todo "ya,ya,ya".Y una cosa muy peligrosa, no tienen ningún sentido de autocrítica,escriben,se expresan y actúan como quieren sin pensar si esta bien o mal...
Ese yo creo que es el problema mas grave al que se va a enfrentar España en la próxima década...
Yo muchas veces pienso y a lo mejor peco de alarmista, en que hemos formado, sin saberlo,la próxima generación de falangistas y milicianos.......
Logse+Código Penal de Belloc+Falsa Bonanza Ecónómica de estos años atrás= Futura Guerra Civil...
ResponderEliminarSiento ser tan pesimista.. :(
Es descorazonador. Ademas, he leido tu enlace al final. Es de un post tuyo de hace dos años y todo siguel igual o peor
ResponderEliminarHola, Mike. Creo que es la primera vez que entro en tu blog, y debo de decirte que la primera impresión ha sido muy buena.
ResponderEliminarEn cuanto a tu artículo, me remito a lo que dice Emilio Calatayud, un juez de menores que se ha hecho muy popular por sus ejemplares sentencias. Según él, el problema de fondo radica en que nadie ha puesto límites a los chavales. Recalca que desde la más tierna infancia hay que decirles no cuando proceda. Pero eso, desgraciadamente, hace mucho tiempo que pasó de moda. No vaya a ser que los pobrecitos se traumaticen. Qué país.
Hola Mike
ResponderEliminarAcabo de encontrar este sitio tan sugerente por el nombre, porque me ha llamado la atención ver un republicano, que yo no conociera ya, en derechoavivir.org.
Veo que ademas la compañía es seria y aguda. ¿Nos conoces?
http://diariorc.com
http://www.antoniogarciatrevijano.com/
http://democraciapura.blogspot.com/
Un abrazo, Carlos
Horrible. No quiero pensar lo que yo haría si le pasara a mi hijo.
ResponderEliminarY la ley del menor, una m...