La ventaja (o el inconveniente, según se mire) de que un político no aguante un examen de hemeroteca o un repaso a los fundamentos de su supuesta ideología, es que dicho personaje queda más en evidencia que un elefante en una manada de ardillas. Después, depende de la conciencia del votante seguir manteniéndole en la poltrona o enviarlo a su casa.
Desde hace ya mucho tiempo, quienes, como es mi caso, defienden que la prostitución no tiene nada de digno, ni para quien la ejerce ni para quien la contrata, hemos quedado relegados al plano de los retrógrados. Estoy harto de oír que la prostitución es un oficio como cualquier otro y tan digno como el que más. Tal planteamiento habla de la elasticidad moral de quien defiende esta postura. Elasticidad moral que se retrae al mínimo cuando a los mismos que así opinan se les plantea que su hija, o su hijo, o cualquier familiar cercano, se dedique al digno oficio de vender favores sexuales. Entonces no. O como mucho, y para no perder la razón que creen tener, dicen que sí con boquita de piñón.
Yo soy contrario a la prostitución. Entiendo que es denigrante y que no tiene nada de digno. No paso a juzgar a quien la ejerce, porque no se puede generalizar. Hay quien trabaja en eso por “necesidad”, aunque por necesidad se pueden buscar otro tipo de trabajos. Hay quien se vende por el dinero rápido y “fácil”, o quien lo hace bajo amenazas. Hay muchísimos casos distintos.
Y es precisamente por todo lo anterior, que no logro entender a quienes pretenden hacer bandera de la prostitución “bien ejercida”, a la vez que se llenan la boca en atacar y clamar al cielo contra la prostitución más sórdida y terrible.
Este choque de conceptos, que suele darse en personas de escasa o nula preparación moral y espiritual, queda al descubierto cuando entran en juego conceptos como los intereses personales, las conveniencias políticas, o cualquier otra cosa que hace tambalear fácilmente a ese árbol de pobres raíces al que tanto se parece el interior de los que defienden el pensamiento único que parece gobernar hoy: ausencia de principios; todo está bien.
Mientras los principales diarios españoles reconocen que una de sus principales fuentes de ingresos es la publicidad de prostitución en sus anuncios clasificados, la vicepresidente De La Vega presiona para que dichos medios dejen de publicar estos servicios.
Ahora es cuando necesito que alguien dibuje un mapa, para ver si yo logro entender este despropósito.
Los foros, medios, blogs, webs, … que hemos criticado de algún modo la prostitución, por entender que es denigrante para quien tiene que vivirla, hemos sido tachados de lo peor. Y hemos sido tratados de ese modo por los sectores de siempre. Los que se llaman así mismos “progresistas” y que, cuando demuestran tener algo parecido a conciencia, la tienen tan ancha como para tragar un océano. Es más; a algunos de los que hemos hablado en contra de todo esto, nos han etiquetado hasta de machistas, fundamentalistas, talibanes, misóginos… y toda esa suerte de improperios que tan bien han aprendido cierto tipo de ciudadanos de sintomático comportamiento aneuronal.
Y estando todos nosotros metidos en el redil de los políticamente incorrectos (o incorretos) e indeseables, ¡¡¡viene De La Vega y especifica que los anuncios de prostitución denigran a la mujer y fomentan la explotación sexual!!!
Que me lo expliquen. Pero despacio; no me vaya a dar una fatiga y me desmaye.
¿Es entonces perjudicial la publicidad de este tipo? Dice que sí. Si seguimos la lógica, si es perjudicial anunciar un producto, es porque el producto es perjudicial. ¿Es la prostitución perjudicial? – Cuidado, oigo rechinar engranajes en las conciencias progresistas - ¿Y si ambas cosas son perjudiciales, además de denigrantes para quien ejerce, es mala también la pornografía que un sin número de canales de televisión emiten cada madrugada, siendo que los “actores” cobran y, por tanto, se prostituyen?. Se atreverá la vice a arremeter también contra las publicaciones de información general que también incluyen estos anuncios, o que ofrecen reportajes a todo color de cada desahogada que sale de Gran Hermano? ¿Y qué opinará de las otras publicaciones, exclusivamente pornográficas?
Sigamos.
¿La vicepresidente viene a darse cuenta de la cantidad de anuncios de prostitución que aparece en los medios, ahora? ¿Y si se da cuenta ahora, por qué?
Y la última pregunta de hoy, de fácil respuesta.
¿Si estas declaraciones de De La Vega las hubiese hecho, pongamos por caso, alguien del Partido Popular, cuantos días de descalificaciones y burlas hubiera tenido que soportar por parte de La Secta, Cuatro, El País, la SER…, y el resto de medios domesticados?
Meterse en estas disquisiciones morales, aunque no se le quiera reconocer tal valor, y ser, a la vez, progre, provoca estas paradojas.
Desde hace ya mucho tiempo, quienes, como es mi caso, defienden que la prostitución no tiene nada de digno, ni para quien la ejerce ni para quien la contrata, hemos quedado relegados al plano de los retrógrados. Estoy harto de oír que la prostitución es un oficio como cualquier otro y tan digno como el que más. Tal planteamiento habla de la elasticidad moral de quien defiende esta postura. Elasticidad moral que se retrae al mínimo cuando a los mismos que así opinan se les plantea que su hija, o su hijo, o cualquier familiar cercano, se dedique al digno oficio de vender favores sexuales. Entonces no. O como mucho, y para no perder la razón que creen tener, dicen que sí con boquita de piñón.
Yo soy contrario a la prostitución. Entiendo que es denigrante y que no tiene nada de digno. No paso a juzgar a quien la ejerce, porque no se puede generalizar. Hay quien trabaja en eso por “necesidad”, aunque por necesidad se pueden buscar otro tipo de trabajos. Hay quien se vende por el dinero rápido y “fácil”, o quien lo hace bajo amenazas. Hay muchísimos casos distintos.
Y es precisamente por todo lo anterior, que no logro entender a quienes pretenden hacer bandera de la prostitución “bien ejercida”, a la vez que se llenan la boca en atacar y clamar al cielo contra la prostitución más sórdida y terrible.
Este choque de conceptos, que suele darse en personas de escasa o nula preparación moral y espiritual, queda al descubierto cuando entran en juego conceptos como los intereses personales, las conveniencias políticas, o cualquier otra cosa que hace tambalear fácilmente a ese árbol de pobres raíces al que tanto se parece el interior de los que defienden el pensamiento único que parece gobernar hoy: ausencia de principios; todo está bien.
Mientras los principales diarios españoles reconocen que una de sus principales fuentes de ingresos es la publicidad de prostitución en sus anuncios clasificados, la vicepresidente De La Vega presiona para que dichos medios dejen de publicar estos servicios.
Ahora es cuando necesito que alguien dibuje un mapa, para ver si yo logro entender este despropósito.
Los foros, medios, blogs, webs, … que hemos criticado de algún modo la prostitución, por entender que es denigrante para quien tiene que vivirla, hemos sido tachados de lo peor. Y hemos sido tratados de ese modo por los sectores de siempre. Los que se llaman así mismos “progresistas” y que, cuando demuestran tener algo parecido a conciencia, la tienen tan ancha como para tragar un océano. Es más; a algunos de los que hemos hablado en contra de todo esto, nos han etiquetado hasta de machistas, fundamentalistas, talibanes, misóginos… y toda esa suerte de improperios que tan bien han aprendido cierto tipo de ciudadanos de sintomático comportamiento aneuronal.
Y estando todos nosotros metidos en el redil de los políticamente incorrectos (o incorretos) e indeseables, ¡¡¡viene De La Vega y especifica que los anuncios de prostitución denigran a la mujer y fomentan la explotación sexual!!!
Que me lo expliquen. Pero despacio; no me vaya a dar una fatiga y me desmaye.
¿Es entonces perjudicial la publicidad de este tipo? Dice que sí. Si seguimos la lógica, si es perjudicial anunciar un producto, es porque el producto es perjudicial. ¿Es la prostitución perjudicial? – Cuidado, oigo rechinar engranajes en las conciencias progresistas - ¿Y si ambas cosas son perjudiciales, además de denigrantes para quien ejerce, es mala también la pornografía que un sin número de canales de televisión emiten cada madrugada, siendo que los “actores” cobran y, por tanto, se prostituyen?. Se atreverá la vice a arremeter también contra las publicaciones de información general que también incluyen estos anuncios, o que ofrecen reportajes a todo color de cada desahogada que sale de Gran Hermano? ¿Y qué opinará de las otras publicaciones, exclusivamente pornográficas?
Sigamos.
¿La vicepresidente viene a darse cuenta de la cantidad de anuncios de prostitución que aparece en los medios, ahora? ¿Y si se da cuenta ahora, por qué?
Y la última pregunta de hoy, de fácil respuesta.
¿Si estas declaraciones de De La Vega las hubiese hecho, pongamos por caso, alguien del Partido Popular, cuantos días de descalificaciones y burlas hubiera tenido que soportar por parte de La Secta, Cuatro, El País, la SER…, y el resto de medios domesticados?
Meterse en estas disquisiciones morales, aunque no se le quiera reconocer tal valor, y ser, a la vez, progre, provoca estas paradojas.