
Y me llama contumaz, que significa rebelde, porfiado y tenaz en mantener un error. A mí y a millones de ciudadanos de este país.
Con su comentario me equipara a quienes no condenan el terrorismo de ETA, a la vez que muestra una ignorancia total acerca de las pretensiones que muchos objetores a la asignatura de Educación para la Culpabilidad tenemos y que no pretendemos la enseñanza religiosa en las escuelas. Tal ha sido su apertura de informativo nocturno en Cuatro, ayer día 27 de Enero.
Según Gabilondo, soy contumaz, es decir, estoy obcecado en el error que supone no querer que mi hija aprenda cosas que él sí quiere - y necesita - que ella aprenda. Me considera tan obcecado que me asimila a los de ANV, por poner un ejemplo. Para Gabilondo no existió la contumacia, el error porfiado y tenaz, a la hora de defender a ultranza a su Zapatero, su ídolo omnisapiente, cuando este se mostró contumaz al defender a
Frente a mi modo de entender estas cosas, este siervo de Zapatero presenta su propia versión de racionalidad, que solo se sostiene ante espectadores sin criterio propio. Para él, y para ellos, la objeción contra una ley progre – que no progresista – pasa por significar necesariamente que el objetor es un fundamentalista religioso. Si esto es así, y parece que para Gabilondo y la voz de su amo así es, la progresía debería admitir cualquier otro argumento similar, aunque fuese contrario, como, por ejemplo, reconocer que quien se declara de izquierdas y no condena a las dictaduras criminales que todos conocemos, es un pro represor de discapacitados, homosexuales, disidentes, y/o racista. Seguramente este ejemplo pueda ofender a cualquier progre, pero no es más que la aplicación exacta del ideario que nos gobierna: “si no estás conmigo, eres la escoria del mundo. Si no eres blanco, eres negro. Si no eres ateo, eres un fanático religioso”.
La apertura de informativo de Gabilondo parece extraída del manual del periodista vendido a
Si observamos bien el texto de la imagen del encabezado, extraída de un libro de Educación para la Ciudadanía, podemos comprobar el alcance de la “racionalidad” que defiende el siervo de Zapatero:
Es responsabilidad de los padres que los hijos adquieran responsabilidades y que aprendan a NO equivocarse. No es lo mismo reprimir a los hijos que corregirlos. Mezclando ambos significados se transmite la idea de que corregir a un hijo es la base del conflicto familiar, cosa que es absolutamente falsa. El resultado habitual de lo que defiende este libro, que presenta esta imagen como alternativa apetecible frente a la de un padre severo y “clásico”, es el exagerado número de adolescentes que se emborrachan durante los fines de semana, por poner solamente el ejemplo del alcoholismo, y que acaban ingresados en urgencias de los hospitales de cualquier ciudad española. Si seguimos con la casuística de la ola de problemática juvenil que sufre nuestro país, deberíamos recordar que cientos de miles de adolescentes han pasado por psicólogos, psiquiatras, centros especiales y fiscalías de menores. Casos provocados en su mayor parte por lo que esta asignatura pretende hacer oficial y recomendable; familias desestructuradas, pérdida del principio de autoridad, perdida de identidad ciudadana, ausencia absoluta de respeto a la familia y a cualquier otra institución, ausencia de habito de esfuerzo y, por el contrario, fomento desproporcionado del consumo y la rebeldía.
Si esto es la racionalidad que defiende Gabilondo, ahí tiene los resultados. Que baje a la realidad cotidiana que no se ve desde la élite progresista.
Prefiero que siga considerándome un contumaz. Es su problema, Pero que quede claro lo siguiente. Yo nunca he defendido a los pro etarras. Él sí. Durante años. Y por un sueldo.