
Me encanta
Hecha esta declaración culinaria de intenciones, quiero dejar bien claro que soy un amante de los animales. Estoy absolutamente en contra del maltrato hacia ellos en cualquiera de sus formas. Y, con el transcurso de los años, conforme he ido perdiendo la ingenuidad para ciertas cosas, he visto cómo algunas propuestas que pueden resultar populares en un programa electoral, nunca se acometen cuando los que las han propuesto llegan al poder.
Mi posición me ha costado ya perder el saludo de algunas personas. Desgraciadamente así funciona el mundo. Y, en concreto, en lo que a España se refiere, marcada todavía en su subconsciente por ciertos tópicos y etiquetas, el posicionarse en la defensa de los animales llega a resultar verdaderamente complicado de explicar.
Como ejemplo, un caso absolutamente cierto. En un programa de radio, durante los años 90, surgió el debate del maltrato hacia los animales. Uno de los oyentes, nada más entrar en antena, se significa políticamente, aún cuando nadie había hablado de política en dicho debate:
“Yo soy de derechas y defensor a ultranza de la fiesta nacional. Pero defender las corridas de toros no quiere decir que yo sea franquista, no señor. Lo que pasa en las plazas de toros no puede considerarse como maltrato animal.”
“No puedo estar de acuerdo – contesté - . En una corrida de toros hay derramamiento de sangre. Hay agresión hacia un animal. Le clavan arpones en el lomo y le atacan desde un caballo. Le matan metiéndole un metro de acero en el cuerpo. Por favor, ¿cómo puede usted decirme que no existe el maltrato en eso?”
“Pero seguro que usted se come un buen filete si se lo ponen delante”
“Claro que sí. Yo como carne, pero no creo que eso me dé el derecho a mutilar animales como pasatiempo”
“Ustedes los de izquierdas no comprenden el arte que hay en la fiesta de los toros…”
“Dejeme decirle que hay gente del PSOE que asiste a las corridas de toros. Y el que yo haya comentado en algún debate anterior que soy republicano no significa que yo sea de izquierdas…”
“¿Como puede ser usted republicano y no ser de izquierdas? ¿Es que es usted anarquista o algo de eso…? ¡Ahora se comprende que no le guste la fiesta de los toros!"
“Caballero, usted no se da cuenta del lío que se está haciendo. Soy republicano. Soy liberal. Defiendo la economía de mercado, el derecho a la propiedad privada, a profesar una religión, a la libertad del individuo… y además estoy en contra del maltrato a los animales. No hay nada mas que eso” .
“¿Liberal? ¿Ve como me da la razón? ¡Ustedes los homosexuales siempre se ponen del lado de los ecologistas! Está en contra de los toros por su doctrina política…"
“Señor… ¿de dónde saca usted que yo soy homosexual?"
“¿Pero no me acaba de decir que es liberal?” En los anuncios de la prensa, cuando piden jóvenes liberales para acompañar a caballeros es porque piden maricones jóvenes para…”
“Escúcheme, por favor – le atajé, convencido de que me habría ido mejor si hubiese intentado razonar con el reloj de pared del estudio – Usted está confundiendo muchas cosas. Céntrese en el debate. Puede usted argumentar que un toro no sufre maltrato en la plaza?"
“¿Y qué opina usted de la caza?”, contestó, desviando nuevamente la cuestión.
“Yo solo cazaría por necesidad. No me parece ético cazar por entretenimiento, causando la muerte a un animal. No siento la necesidad de destruir vidas para buscar una distracción…”
“¿Pero usted es comunista, o no es comunista…?”
Esta anécdota, absolutamente cierta, divertida y desesperante a un tiempo, y con el conductor y el técnico del programa como testigos, no pasa de ser eso: una anécdota divertida de la que se desprende que aún subsisten ciertas etiquetas del pasado.
Ayer, cada vez que veía las fotos de la cacería en la que el juez Garzón y sus amigos habían matado al menos 25 ciervos, muflones o lo que fueran, yo no podía dejar de pensar en la barbarie que supone contemplar todos esos animales abatidos para mayor diversión de unos cuantos adinerados e influyentes. Como se ha podido comprobar estos días atrás, no hace falta ser, o decir ser, simpatizante de la derecha cavernaria para sentir un cierto regusto por
No deja de ser una paradoja que quienes están protagonizando estos días las famosas cacerías como la que vemos en las fotos en las que tan orgullosamente han posado, llevaran en su último programa electoral un proyecto de ley para la defensa de los animales y en contra del maltrato y