
El Ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, ha delinquido. Ha cazado sin tener la correspondiente licencia en vigor. A cualquier ciudadano normal, de los que no tenemos las prebendas de un cargo público ni alta posición en un partido político, este hecho nos costaría miles de euros de multa e inhabilitación temporal o definitiva para poder cazar de nuevo. Al resto, a la elite a la que pertenece este ministro, no le sucedería nada.
Ayer, a gritos de “torero, torero” - la querencia de algunos por el espectáculo de la sangre llega a ser obsesiva - el mismo ministro Bermejo finalizó su defensa en la sesión de control del congreso. Su propio grupo parlamentario escenificó una unidad que luego no se da en privado, pero le jalearon porque era uno de los suyos; para que pareciera el triunfador del día.
Pero ayer no triunfó nadie, ni en el congreso ni en la vida pública española. La imagen ofrecida por el Presidente del Gobierno y sus ministros fue patética. Ante los requerimientos de la oposición en cuanto a asuntos que están fracturando la credibilidad de las instituciones, las únicas respuestas del ejecutivo se refirieron a la supuesta red de corrupción del Partido Popular, como si esa fuera la explicación y la solución que los ciudadanos estamos esperando para hacer frente a nuestros problemas. Sin embargo, la Garzonada funciona. Los ministros del PSOE no necesitan otro argumento para cerrar la boca a
Con la pasada huelga de jueces aún reciente, el Ministro Bermejo quiere proponer al Consejo de Ministros crear una ley que regule el derecho a huelga de los magistrados. De nuevo asistimos a otro desplante más. Bermejo sí quiere legislar en caliente, aunque sea todo lo contrario lo que han defendido otros ministros socialistas en ciertas ocasiones. El estilo cínico y provocador de Bermejo ha hecho mella en muchos de sus compañeros de partido, que le consideran una mala imagen para el gobierno y no comprenden cómo este hombre sigue detentando un cargo público de tanta relevancia.
Por otra parte, muchos nos seguimos preguntando dónde están aquellas fuerzas vivas que, atendiendo a la voz de su amo, se manifestaban por el feminismo, el medio ambiente, los animales, ciertas guerras y cualquier otra cosa que pueda venir bien, según el momento, a Zapatero.
En conclusión. Estamos asistiendo nuevamente a la constatación de un hecho que muchos niegan, pero que tenemos ante nuestros ojos en toda su dimensión.. A ciertos gobernantes todo les está permitido. Incluso, como revela la propia confesión de este vergonzoso ejemplar de político arrivista que es el Ministro de Justicia, delinquir. Él, que por ocupar el cargo que ocupa debería dar ejemplo en cualquier aspecto de su comportamiento, excusa el no haber renovado su licencia de caza porque “se le había pasado”. Bien. Puede ser. Pero a cualquier otro ciudadano del montón, un guardia forestal le habría contestado que eso no es una excusa para no tener la licencia en regla. Y tal ciudadano sería sancionado. ¿Valdrá la ley también para el Ministro?
El Ministro Bermejo, desolado.