
Cinco años después de los atentados del 11-M, lo más llamativo de este aniversario parece ser el boicot que el PSOE de Madrid hace contra cualquier acto que organice el gobierno autonómico de la comunidad madrileña. Mala cosa es que la política cobre más protagonismo que la tragedia que costó tantas vidas, tantos heridos y ocasionó semejante convulsión nacional.
Creo que el PSOE se ha equivocado al tomar esta decisión. Si veo el asunto desde el punto de vista del “juego político”, que cada día que pasa parece más juego sucio que cualquier otra cosa, podría llegar a entender que dicho partido se agarre a un clavo ardiendo para socavar la imagen de
Sin ser militante ni simpatizante del PP, aunque yo comparta muchos de los principios que este defendió hasta hace un tiempo, considero, a tenor de las informaciones que he leído en estas pasadas semanas, que asistimos a otra maniobra desesperada, dirigida a minar la imagen de dicho partido. Todo tiene visos de terminar tal y como parece que finalizará la garzonada en curso: con unos pocos verdaderamente culpables, si realmente los hay, y otro buen montón de imputados en indefensión, a los que se arrojará a los leones para distracción y divertimento de socialistas y afines. Y después, no habrá pasado nada. El periodista y el periódico que han inventado informaciones y complots saldrán impunes. Y si fuera necesario quemar a dicho periodista, para ofrecer imagen de normalidad en la justicia, ya lo colocarán después en algún buen trabajo, como agradecimiento a los servicios prestados. No sería la primera vez que sucede.
Pero, mientras tanto, las víctimas de los atentados del 11-M sufren hoy un agravio que uno de los dos grandes partidos justifica con su ausencia. España, la España de las dos Españas, ofrece otro espectáculo que avergüenza a cualquier persona que tenga el corazón en su sitio, sea cual sea su opción. La España de la crisis, la nueva rica que vuelve a ser modesta, camino de pobre, que llama a las puertas de los comedores sociales, descubriendo de este modo las mentiras de quienes negaban que tal cosa sucedería, vuelve a dar lección magistral de cómo dividir y distraer a un país entero, para que no se dé cuenta de que el hambre y la pobreza están a la vuelta de la esquina.
Yo he sentido hoy vergüenza doble; por ver cómo quienes representan a media España dejan solas a las víctimas, y por escuchar al presidente del Gobierno asegurar, yo diría que exageradamente convencido de sus mentiras, que desde el principio han puesto todos los medios para luchar contra la crisis, al tiempo que se lamentaba de no haber contado con el apoyo del Partido Popular. Dos mentiras en menos de un minuto: Una, reconocer implícitamente que si trabajaron desde el principio contra la crisis, es porque la crisis existía entonces; cosa que negaron. Y dos: Lamentarse por la nula ayuda del PP, cuando la pretensión de Zapatero, desde su llegada al poder, ha sido aislar a la oposición y acusarla de crispación por cualquier medio, cuando gobernar para todos los españoles debería haber sido su prioridad.
Por mi parte, es mi ruego que las víctimas del terrorismo, sea cual sea y venga de donde venga, no caigan en el olvido ni sean objeto de maniobras políticas. Porque si les perdemos el respeto que se les debe, perdemos también parte de los principios justos que han costado tanta sangre.