Parece que las autoridades y las organizaciones de consumidores vigilan actualmente con mayor atención el fenómeno de las rebajas. No hace mucho tiempo se denunciaron casos en los que algunas tiendas y grandes almacenes vendían artículos de menor calidad, fabricados precisamente para las campañas de rebajas, de modo que el género de calidad no sufría realmente depreciación.
Pero las épocas de rebajas llevan consigo otro tipo de picaresca, si puede llamarse así, basada en el exagerado margen comercial de artículos en temporada normal, que siguen proporcionando buenos márgenes de beneficio en las campañas comerciales de precios más bajos. Un ejemplo:
A mediados de los noventa, durante mi estancia en Tarragona, visité una empresa de confección en la que tenía que instalar una de las primeras redes cableadas con UTP. Eran los años en los que las redes de cable coaxial y otros cableados específicos llegaban a su fin en el mercado.
Aquella empresa, en la que estuve instalando la red durante cinco o seis días, fabricaba chaquetas de traje. Nada más. Ni pantalones, ni camisas. Solamente chaquetas. Los clientes suministraban los patrones a fabricar y en aquella nave industrial se hacían por encargo.
El propietario y gerente me explicó un día, comiendo en un restaurante cercano, como funcionaba el negocio una vez que las chaquetas llegaban a las tiendas de cierta cadena comercial muy afamada.
El producto era de una cierta calidad. Sería injusto decir que era malo. Cada chaqueta del modelo específico que estaban fabricando en esa semana tenía un costo de fabricación de 18 € (en cifras redondas y convertido a moneda actual). El fabricante vendía cada chaqueta a 38 €. El precio final, en tienda y en temporada, llegaba a los 190 €. Las unidades que restaban por vender al final de temporada comenzaban las rebajas a 160 €, y las últimas unidades llegaban al “remate final”, como decían en la publicidad los establecimientos de la marca en cuestión, a 120 €.
Es decir; que en el peor de los casos la empresa vendedora conseguía un beneficio de 82 € a un producto que había comprado por 38.
Ahí es donde yo comencé a comprender que el valor de un artículo, cuando este sale a la venta, es el más caro que el mercado esté dispuesto a aguantar, aunque posteriormente dicho precio vaya bajando ante el decrecimiento de la demanda, el aumento de la competencia, u otros factores. Esto podemos verlo a diario en productos que comienzan anunciándose en cualquier teletienda a 89 € y un par de años después se pueden comprar en una gran superficie a 29 € por dos unidades.
Si el consumidor fuera consciente de cuántos artículos hay en el mercado que se mueven con márgenes del 200 o 500%, las tiendas de artículos baratos y de “todo a un Euro” tendrían aún más afluencia de compradores. Aunque solo fuera por despecho.
Es exactamente como Vd. lo define, el caso es que nunca pierden.
ResponderEliminarAhora entiendo lo de las chaquetas; fui a comprar un traje y resulta que los pantalones no cuadraban con la chaqueta. La chaqueta 48 llevaba un pantalón de talla 44. Como no hubo forma de que
me vendieran el pantalón del 48, acorde con la chaqueta, me ahorré el gasto.
Es cierto todo lo que dices, este tipo de comercios trabaja con unos márgenes vestiales.
ResponderEliminarEste sector, quizá, sea uno de los pocos "libres" que hay. ES importante no olvidar dos cuestiones:
ResponderEliminar1) Impuestos, que aumentan el precio de venta.
2) Ley de oferta y demanda, si ponen esos precios es porque venden suficiente para vivir muy bien. Si el mercado no aceptara esos precios los bajarían.