
Un recuerdo rondaba por mi memoria durante la corta, afortunadamente corta pero suficientemente rentabilizada visita de Evo Morales a España. No acababa yo de localizar cómo fue exactamente la cosa, así que no me decidía escribir sobre el particular.
Pero mi afición a la lectura me dio la solución – el recuerdo más bien – de aquella incógnita que yo no acababa de solucionar. Y es que, cuando no tengo ningún libro nuevo que llevarme al intelecto, como hubiera dicho un amigo que ya no está, elijo uno al azar entre los que ya he leído. No es un mal sistema. Les confieso que tengo algunos ejemplares más que releídos. Los libros son, en eso, como las buenas películas; cada vez que los repasas descubres nuevos matices.
Durante esta semana, a ratos libres, vuelvo a leer, creo que por cuarta vez, “De la noche a la mañana, el milagro de
El humorista, genial imitador de Rodríguez Zapatero, felicitó a Evo, que respondió agradecido. De pronto, en medio de aquél diálogo alucinante, el boliviano desveló algo que en pocas horas se convertiría en un autentico escándalo, reducido después a la nada mediante una agresiva campaña progresista contra Grupo RISA, Losantos y COPE, orquestada por el Gobierno y sus medios sirvientes, empeñados todos en que Evo Morales protestara diplomáticamente contra los autores de la broma; cosa que no llegó a suceder.
El secreto desvelado entre risas y complacencias que se dirigían el indigenista y el falso presidente del talante no fue otra cosa que la maniobra de Bernardino León, segundo a bordo del Ministerio de Exteriores, quien había prometido a Morales que, de ganar éste las elecciones, el Gobierno ZP condonaría, como mínimo, la mitad de la deuda que Bolivia tenía contraída entonces con las arcas españolas. Una rastrera maniobra, con el dinero de los contribuyentes españoles, que buscaba participar en la campaña electoral de un país extranjero, favoreciendo a uno de los candidatos. Y los hechos dieron la razón, no hace muchos días, a quien la tenía.
Ahí está el recuerdo que yo no acababa de recuperar. La visita de Evo Morales, a quien hay que reconocer el mérito de haber eclipsado, con sus propias gansadas, la inmediatamente anterior visita del indeseable Chávez, ha sido rentable. Ya sea por haber sacado dinero a los españoles a los que desprecia, o por no tener que devolverlo; tanto da. El caso es que la política internacional de Moratinos, y de su jefe Zapatero, colocan de nuevo a España frente a la humillación de tener que soportar las veleidades de un tipo que, al final y para variar, nos chulea la pasta.
Dinero perdido, del que no andamos sobrados. Dinero malgastado para favorecer a uno de esos antiespañoles que tanto gustan a la derrochadora progresía española.
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