No hace
mucho tiempo leí algo parecido a esto: “La diferencia entre patriotismo y
nacionalismo es que el patriotismo ama a su tierra, y el nacionalismo odia a
las otras tierras.”
Pocas
frases me parecen tan tajantes como esta, cuando se trata de definir a un
colectivo, una idea, una filosofía o una tendencia. Cuando comencé a
interesarme por la política, procurando mantener intactos los principios por los
que me conduzco, tuve la oportunidad de conocer y debatir con nacionalistas de variadas
condiciones. Confieso que fueron ellos los que más perplejo me dejaron en
muchas ocasiones, por encima incluso de comunistas o socialistas.
Hay un
punto en común, aunque probablemente existan otros, que une por igual a los
nacionalistas de izquierdas y derechas. El ideal nacionalista propiamente dicho
que, escudado en diferencias lingüísticas, sociales y hasta antropométricas, el
nacionalismo inocula en sus seguidores el terrible virus de la superioridad
racial y moral.
España es
el mejor ejemplo de cómo diferentes nacionalismos, falsificadores de la
historia y manipuladores del individuo, pueden llegar no sólo a destruir la
convivencia entre regiones, también a colapsar el funcionamiento de muchos
aspectos generales del estado.
Si tuviera
que medir mi experiencia con los nacionalistas por porcentajes, tendría que
recordar a los visitantes habituales de este sitio que durante mis seis años de
estancia en Cataluña solo tuve dos incidentes dialécticos con independentistas,
con los que es imposible dialogar racionalmente bajo ningún concepto. Sin
embargo, en mis visitas a San Sebastián, preciosa ciudad, y a Vitoria, que
tanto me recuerda a Zaragoza en algunas de sus calles, el sentimiento de que
uno no es muy querido en ciertos ambientes por el único hecho de no ser vasco “bueno”
se hace bien patente. Tener contacto con este tipo de ideas exclusivistas es el
mejor modo de comprobar cómo de profundo ha calado el sentimiento de diferencia
ante los otros que los teóricos de estos nacionalismos, en las últimas décadas
del siglo XIX, plantaron como semillas cuyo fruto no ha sido más que desprecio,
odio, manipulación, racismo, xenofobia y ruina.
Las
recientes declaraciones del independentista del PNV, Josu Erkoreka, refiriéndose
al nuevo Obispo Católico de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ponen bien
claro sobre la mesa que un nacido en San Sebastián no es suficientemente vasco
si su formación y trabajo no se ha desarrollado en Euskadi.
Por
supuesto, para Erkoreka no es lo mismo ser vasco que ser vasco independentista,
como no es lo mismo ser sacerdote católico que ser sacerdote católico independentista
y pro terrorista. Erkoreka prefiere lo segundo, como cualquier militante y
simpatizante del PNV.
Apoyado en
sus declaraciones por su partido, este independentista aseguró que no es lo
mismo pastorear ovejas vascas que pastorear ovejas burgalesas. De nuevo el
argumento de la diferencia y la superioridad de unos sobre otros. Si hace años
fueron las gallinas vascas o la referencia al RH autóctono del nefasto y
mussoliniano Arzallus, hoy vamos a por el ganado lanar. El caso es reivindicar
que uno es mejor que los otros porque vive al otro lado de un río o una
montaña. Siempre habrá quienes estén dispuestos a seguir estos postulados, para
intentar ser verdaderamente diferentes y, si es posible, vivir de esa supuesta
diferencia desde una tribuna pública o en la clandestinidad de una banda
terrorista.
Pero no
quiero finalizar hoy sin nombrar un matiz que siempre me ha tenido perplejo. Si
han existido Obispos y sacerdotes católicos vascos pro terroristas, ¿Por qué la
dirección de la Iglesia Católica
no ha hecho nada al respecto? ¿Por qué no les ha despojado de su autoridad eclesiástica
y les ha retirado de las iglesias vascas, no por sus tendencias políticas, sino
por sus defensas y apoyos al terrorismo?
Copie y pegue el texto, si desea oír el artículo.
ESTUPENDO ARTICULO, COINCIDO ABSOLUTAMENTE EN TODOS Y CADA UNO DE TUS PLANTEAMIENTOS.
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SEMPER FIDELIS.
Gracias!
ResponderEliminarUn pequeño apunte, la frase de la que hablas es de Charles de Gaulle y concretamente dice así:
"Patriotismo es cuando el amor por tu propio pueblo es lo primero; nacionalismo, cuando el odio por los demás pueblos es lo primero."
Te felicito por el articulo que acabe de leer
ResponderEliminarSoy de Bilbao y "no-nacionalista" de Josu solo te digo que es tan tonto que si llega a tardar 5 minutos mas en nacer, nace borrego