La noticia ha supuesto un soplo de
aire fresco en esta viciada atmósfera de tensión social y política. Baltasar
Garzón fue suspendido ayer de sus funciones por el Consejo General del Poder
Judicial. Lo merece.
Ante la ley, lo merece por
presunto prevaricador. Y lo merece ante los Españoles que buscan justicia sin dejarse
manipular por los apoyos y protestas que él mismo ha movilizado. (Escuchar
el revelador audio de Carmen Gurruchaga en Onda Cero el pasado 23 de abril)
Al margen de opiniones, considero
mucho más valioso el comentario objetivo que, sobre este asunto, pueda hacer un experto. De modo que
reproduzco aquí el artículo que ayer incluyó el abogado José Enrique
Carrero-Blanco Martínez-Hombre su blog.
viernes 14 de mayo de 2010
No me cabe duda alguna que
Baltasar Garzón Real tiene a sus seguidores engañados, lo digo por cómo sabe
vender su imagen. Da igual lo defectuosas que sean las instrucciones que ha
dirigido, sus olvidos a la hora de renovar la prisión preventiva de
narcotraficantes o cómo vulnera los derechos de defensa, porque lo que ven los
profanos del derecho son esas noticias en los que se vende su faceta de justiciero.
Para lograr su propósito, de un tiempo a esta parte sólo se ha dedicado a coger
los asuntos más mediáticos, congelando los que, en ese momento, no le
interesaban, como ocurrió con la famosa causa contra el franquismo, que lo dejó
parado durante casi dos años, y darle la correspondiente publicidad. Por
cierto, no resulta curioso que un juez tan abnegado por hacer justicia, haya
guardado la causa contra el franquismo en el cajón, para luego desempolvarlo
más adelante.
Pero lo que me parece indignante es la felonía con la que algunos juristas pretenden defender a Garzón, como el ex fiscal franquista, Villarejo, que ha soltado la perla de que la decisión del CGPJ "es un golpe similar al 23-F". Con estas indecentes declaraciones, así como impropias de un jurista, lo que demuestra es que el que ha sufrido un golpe ha sido él, pero en toda la cabeza, porque ya no rige. Otro que tal baila, es el magistrado emérito del Tribunal Supremo, José Antonio Martín Pallín que no ha tenido reparos en descalificar la labor de los miembros del Consejo del Poder Judical y de sus compañeros, sosteniendo con rotundidad que "Estoy muy triste y muy preocupado por el crédito democrático de España en el mundo. La suspensión de Garzón es la crónica de una ignominia anunciada. El juicio oral a Garzón va a ser un espectáculo internacional bochornoso. Lo más clamoroso de este proceso ha sido el absoluto desprecio a los dictámenes del Ministerio Fiscal y el cerrarse de una forma tan irracional al derecho internacional que rige en España" (fuente EL PAIS). Con este tipo de desafueros, en los que pretenden engañar a los ciudadanos prevaliéndose de su condición de juristas, han perdido totalmente toda su credibilidad y prestigio. Lástima porque la fama cuesta mucho ganarla pero perderla no se tarda nada.
En cuanto a la suspensión acordada hoy por el órgano de gobierno de los jueces,la Ley Orgánica
del Poder Judicial, en su artículo 383, establece de manera clara y meridiana
lo siguiente:
"La suspensión de los jueces y magistrados solo tendrá lugar en los casos siguientes:
1. Cuando se hubiere declarado haber lugar a proceder contra ellos por delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones."
Ese mismo artículo sirvió para suspender en sus funciones, entre otros, a Gómez de Liaño y a Calamita, y ninguno de los que ahora se llevan las manos a la cabeza dijo nada en su momento. Más bien debieron aplaudirla. Perola Ley , guste o no, no queda otra
que cumplirla, y más si nos consideramos demócratas, a fin de cuentas fue
aprobada por las Cortes Generales surgidas de la voluntad popular.
Pero lo que me parece indignante es la felonía con la que algunos juristas pretenden defender a Garzón, como el ex fiscal franquista, Villarejo, que ha soltado la perla de que la decisión del CGPJ "es un golpe similar al 23-F". Con estas indecentes declaraciones, así como impropias de un jurista, lo que demuestra es que el que ha sufrido un golpe ha sido él, pero en toda la cabeza, porque ya no rige. Otro que tal baila, es el magistrado emérito del Tribunal Supremo, José Antonio Martín Pallín que no ha tenido reparos en descalificar la labor de los miembros del Consejo del Poder Judical y de sus compañeros, sosteniendo con rotundidad que "Estoy muy triste y muy preocupado por el crédito democrático de España en el mundo. La suspensión de Garzón es la crónica de una ignominia anunciada. El juicio oral a Garzón va a ser un espectáculo internacional bochornoso. Lo más clamoroso de este proceso ha sido el absoluto desprecio a los dictámenes del Ministerio Fiscal y el cerrarse de una forma tan irracional al derecho internacional que rige en España" (fuente EL PAIS). Con este tipo de desafueros, en los que pretenden engañar a los ciudadanos prevaliéndose de su condición de juristas, han perdido totalmente toda su credibilidad y prestigio. Lástima porque la fama cuesta mucho ganarla pero perderla no se tarda nada.
En cuanto a la suspensión acordada hoy por el órgano de gobierno de los jueces,
"La suspensión de los jueces y magistrados solo tendrá lugar en los casos siguientes:
1. Cuando se hubiere declarado haber lugar a proceder contra ellos por delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones."
Ese mismo artículo sirvió para suspender en sus funciones, entre otros, a Gómez de Liaño y a Calamita, y ninguno de los que ahora se llevan las manos a la cabeza dijo nada en su momento. Más bien debieron aplaudirla. Pero