Ley
seca, tabaco y limpieza moral
por
Martín Cid
La
más famosa de las leyes secas se produjo en los Estados Unidos de América entre
1920 y 1933 (casualmente, año en el que Hitler llegó al poder). Pero hubo
otras, no tan famosas:
1908-1945:
en la Isla del Príncipe Eduardo, y por cortos periodos de tiempo en otras
localidades de Canadá
1915-1922:
en Islandia (sin embargo la cerveza siguió prohibida hasta 1989)
1916-1927:
en Noruega (el vino fortificado y la cerveza fueron incluidos entre 1917 y
1923)
1919-1928:
en Rusia
1919-1932:
en Finlandia (llamada "kieltolaki")
1950-2000:
en algunos estados de la India, incluidos Andhra Pradesh, Haryana y Guyarat.
Después
de semejante ejemplo del dominio del cortar-pegar (http://es.wikipedia.org/wiki/Ley_seca
) se habrán dado cuenta que el auge del puritanismo no es patente exclusiva de
los americanos. Últimamente, y a raíz del proceso de documentación para mi
último libro, he obtenido algunos datos interesantes sobre leyes interesantes y
no poco surrealistas. Algunos ejemplos.
Fue
el mismísimo Stalin (que no ha pasado a la historia precisamente como uno de
los santos de la Iglesia Católica) quien abolió la ley seca en un alarde de
populachería para los campesinos (a los que más tarde asesinaría impunemente).
Otro
intento de limpieza moral (entre otros muchos como la esterilización de los
alemanes no-aptos para la reproducción): a Hitler se le ocurrió la brillante
idea de prohibir el tabaco. Hitler (que para eso era el Führer) estuvo
brillante (bien secundado por el no tan bueno de Goebbels) y propuso poner una
calavera en las cajetillas de tabaco. Por desgracia para los fumadores, no ganó
la guerra y su proyecto de protección y sanidad quedó en nada.
Uno
de los motivos que argüía ese señor con bigote era que el gasto público era
excesivo. ¿Les suena? Sin embargo, y como mi libro trata de la propaganda y mi
anterior libro (Un Siglo de Cenizas) sobre el tabaco, y me he permitido el lujo
de pensar largo y tendido en ambos temas, he llegado a algunas conclusiones y
reflexiones que me permito el lujo de sacar a la luz.
¿Se
trata de un tema de higiene moral-económica? Creo que fue la propia Catalina la
Grande (zarina de Rusia) la que prohibió el tabaco aduciendo motivos morales.
Algún listillo advenedizo le dijo que podía cobrar impuestos y… se pueden
imaginar que el abundante campesinado no tardó demasiado en llevarse un
cigarrillo a la boca.
En
este sentido, y en datos públicos (que no pasan de ser datos, pero que al ser
públicos alcanzan cierto sesgo de irónica “credibilidad”), en el 2008 el Estado
Español (Dios lo tenga en su gloria) recaudó 9.266 millones de euros de los
impuestos derivados del tabaco.
No
está nada mal.
Otro
dato público: dicen que el tabaco le cuesta a la sanidad (dícese, al
Estado-siempre en mayúsculas-) unos 5.000 millones de euros.
Volviendo
a mis tiempos de colegial haré una suma: 9.266 – 5.0000 = 4.266. Y para los que
no sepan matemáticas lo aclararé aún más: el Estado tiene un superávit con el
tabaco de 4.266 millones, por no hablar de los impuestos indirectos que el
sector del tabaco genera: los estancos pagan impuestos y los bares de noche
también (que tendrán indudablemente que ver reducida su clientela). Dícese, a
estos públicamente reales 4.266 millones tendríamos que añadir los de los otros
impuestos.
Pero
como en mis días como literato me he permitido algunos asuntos más que leer
fríos datos sobre millones, en mis manos calló un librillo sobre el brillante
estratega de Hitler: Joseph Goebbels. Para quien no lo sepa (y cuando estudié
la carrera de Periodismo nunca le oí ser citado) fue el Ministro de Propaganda
del Régimen Nazi y una de las figuras sobresalientes en lo que concierne al tratamiento
de la información y manipulación mediática.
Reflexionemos
un instante: dos sistemas (que si bien son diferentes coinciden en una medida)
tienen un objetivo y se valen de unos medios para conseguirlo. En la Alemania
de 1933 -1945: convencer al ciudadano que el Régimen cuida de ellos estadística
y moralmente. En la España actual: convencer al ciudadano que el Estado cuida
de ellos estadística y moralmente. Vemos irónicamente claras diferencias entre
los intereses propagandísticos de uno y de otro.
Y
mientras, y a modo de conclusión, les daré mi vulgar opinión: la clave no está
en reducir la venta, sino que el año que viene hay elecciones y hay que
intentar plantear unas cifras públicas más o menos decentes. Que suba o baje el
número de fumadores no importa, lo que sucede es que un incremento del 50% en
el precio del tabaco supondrá en el 2010 un aumento en esos casi 10.000
millones de euros que van a parar al Estado y así, y de paso, podrán
electoralmente proclamar la propagandista y mefistofélica idea que subyace bajo
todas estas mareantes cifras: el Estado cuida de todos nosotros. Sólo tiene un
pequeño pero: vaciando los bolsillos al ciudadano.
Para
terminar, y para que no nos quedemos en el frío dato y pueda el lector esgrimir
una leve pero cariñosa sonrisa, les daré otro dato más: el lema el año 2010 del
Día Mundial sin Tabaco fue “Mujer sin Tabaco” (dícese feminismo + limpieza
moral = ciudadanos felices).
Y
esto dijo Goebbels, es Propaganda.
Si
se quieren reír aún más, podemos ver a un presentador de televisión (Fernando
Sánchez Dragó), a un antiguo concursante del siempre intelectual Gran Hermano
(conocido como Carlos “el Yoyas”) y a otro presentador de televisión (que se
hace llamar “El Follonero”) opinando sobre el asunto:
**Martín
Cid es autor de las novelas Ariza, Un Siglo de Cenizas, Los 7 Pecados de
Eminescu y del ensayo Propaganda, Mentiras y Montaje de Atracción.
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