Con varios ademanes
horrorosos
Los montes de parir
dieron señales;
Consintieron los
hombres temerosos
Ver nacer los abortos
más fatales.
Después que con
bramidos espantosos
Infundieron pavor a
los mortales,
Estos montes, que al
mundo estremecieron,
Un ratoncillo fue lo
que parieron.
Hay autores que en
voces misteriosas
Estilo fanfarrón y
campanudo
Nos anuncian ideas
portentosas;
Pero suele a menudo
Ser el gran parto de
su pensamiento,
Después de tanto
ruido sólo viento.
Recuerdo un libro de fábulas que
mi hermano y yo teníamos cuando éramos niños. Era un pequeño libro infantil
recopilatorio de las Fábulas de Samaniego con ilustraciones. Yo era tan niño
entonces que, aunque comprendiera la explicación que seguía a cada fábula, no
le daba el valor exacto ni la trascendencia que un adulto podía asimilar.
Treinta y cinco años después, recuerdo bien la ilustración que acompañaba a “El
parto de los montes”. Un pequeño ratoncito salía corriendo de entre dos
montañas, alejándose de ellas.
Ése dibujo es el que ha salido a
flote en mi mente, desde mi memoria profunda, mientras escuchaba esta mañana, a
eso de las 7, el informativo de Onda Cero en el que se anunciaba que los
“agentes sociales”, es decir, explicado de un modo menos cursi, los
representantes sindicales y los empresarios, no han llegado a un acuerdo mínimo
que permitiese poner en marcha la reforma laboral que España necesita
desesperadamente. Horas y horas de conversaciones y negociaciones, para que, a
las 6 de la mañana de hoy, no haya salido ni un ratoncito saltando de entre los
montes.
¿Por qué será que muchos
esperábamos este nuevo fracaso? ¿Por desencanto, decepción, realismo?
Afinando un poco más… ¿Y si no
debiéramos llamar fracaso a este fracaso? ¿Y si fuera mejor que sea el inútil
gobierno de Rodríguez Zapatero el que fuerce la reforma laboral mediante
“decretazo”, por si un supuesto pacto entre los vergonzosos sindicatos y los
desbrujulados representantes empresariales llegase a ser todavía peor que
cualquier elucubración de esas que Zapatero convierte en ley?
Quien sabe…
En cualquier caso, sí que podemos
anticipar las inmediatas consecuencias de esta ausencia de entendimiento entre
unos y otros. ZP necesitará apoyos para aprobar su futuro decreto de reforma
laboral. Ese decreto que decretará cosas que jamás iba a decretar, porque “las
peores cifras del paro con gobierno del PSOE siempre serán mejor que las
mejores con gobierno del PP”, tal y como aseguró hace un tiempo el fenómeno
presidencial que ocupa La Moncloa.
La inmediata consecuencia va a
ser que algún partido nacionalista asumirá otra oportunidad más para llevarse
dinerito crudo del estado español al que tanto denosta, a la vez que presumirá
de tener verdadero sentido de estado para buscar la estabilidad política que
otros no pueden o saben garantizar.
Hoy, para que no podemos decir
que este día ha sido anodino en noticias, hemos presenciado en los medios cómo
Zapatero visitaba al Papa. Hace unos años hubo chistes sobre esta situación
como cosa imposible. Yo, todavía, no acabo de comprenderlo. Si me dijera
alguien que Fidel o Raúl Castro visitaron la Casa Blanca durante el último
mandato de George W. Bush, o que Hugo Chávez ha llegado a mostrar en alguna
ocasión un solo destello de inteligencia, no estaría yo más extrañado. Pero
está visto que vivimos tiempos extraños. Tiempos que, un puñado de años atrás,
seguramente no hubiéramos imaginado así.
(Arthur C. Clark escribió en una
ocasión: “El futuro no es ya lo que solía ser”)
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