18-07-10. Se inician otros cuatro
años con los políticos metidos en otro de sus cuentos, LA CONSTITUCIÓN, su
reforma; por culpa de las cuentas, que se presentan oscuras, y máxime
para decenas o miles de subvenciones suprimidas, acreedores de la Generalitat
que no cobran, nóminas y pensiones mermadas, o constructores que ante la última
certificación que una caixa no ha abonado detienen la obra, y no me alargaré en
otros evidentes deterioros económico-sociales. Y ¡tranquilos europeos! La
inmensa e impagable deuda española seguirá UNIDA.
Acabado el tema Estatut se
inicia el de la posible reforma de la Constitución. Si Zapatero apoyó y aprobó
con su mayoría en el Congreso un Estatut que un dominado Tribunal
Constitucional se cargaría, ahora se reviste de nuevo como partidario de lo
suprimido por la sentencia, y de nuevo promete. Al mismo tiempo, su acólito
Josep Montilla, exagerando la nota se convierte en casi un independentista. Los
gritos y peligro en su organizada manifestación del día 10 han hecho
mella, tanto como las banderas españolas que tras décadas de silencio
invadieron las calles de Barcelona festejando el triunfo del fútbol español.
Las dos cataluñas no han sido
óbice para que en los últimos ciento cincuenta años, a trancas y barrancas, el
País se transformara en una sociedad desarrollada olvidando en la práctica el
hambre y el analfabetismo, y donde la mayoría de los ciudadanos alcanzaron un
nivel de vida similar a los más avanzados países… ahora en descenso. Pero esos
sentimientos, catalanistas o españolistas, en manos de políticos corruptos, se
convierten en una peligrosa espoleta, y máxime alimentada por la Crisis, fruto
del gran fraude inmobiliario catalán y español.
La intención en mi serie de
escritos ha sido no entrar en los temas “delicados”; religión, reglas morales,
patrias, tópicos progresistas o de los “otros”, en primer lugar porque esos
temas ya tienen sus popes con cien mil frases ahogando mis limitados pareceres,
de los que siempre dudo, y en segundo lugar porque en el meollo de la Gran
Corrupción, se juntan y revuelven varias de las más destacadas figuras de todos
los credos de mi Ciudad, lo que me ha convertido en un escéptico total, pero
intentando ser respetuoso con las verdaderas creencias ajenas.
Si tras aquel Antonio de la Rosa,
padre de Javier de la Rosa, conocido a últimos del 77 (la fuente de mis
desgracias) se escondía un “hombre de misa diaria” y del Movimiento, entrega y
filiación que tras un año de conocerle nunca descubrí hasta que desapareciendo
publicaron sus “virtudes”, treinta años después a través de los casos
Pretoria, Palau o Hacienda, se hace público que todos andan juntos y revueltos
en la Gran Corrupción, y por lo tanto poco importa a mi objetivo, que uno sea
independentista o catalanista de izquierda o de derechas, o españolista de
derechas e izquierdas.
Me hace gracia, o “poca gracia”,
que algunos de mis comentarios despierten y ofendan a unos u otros sentimientos
según sea la persona o partido a quien acuso o de quien comento, aflorando lo
de “matar al mensajero”, y por lo leído lo de “matar” no es metafórico. Hay
quien me advierte que los “otros”, y en otros países más de lo mismo.
Para mi objetivo, no existen los
“unos” o los “otros”, solo personas de carne y hueso que medrando con “unos” u
“otros” se enriquecen. Los hay que presuponiendo que yo tenía el mismo
objetivo me sueltan que no tengo derecho a opinar. Ignoro a que Derecho se
atienen para quitarme el supremo de la “libertad de expresión”. Sobre los insultos
(argumento de necios) ni comentario. Quizá deberían contentarme, puesto que si
rebuznan, es que existo.
Yo no me siento NADA, ni de unos
ni de otros, me importa un rábano quien gane o pierda las elecciones, lo único
que siento son mi vida y la de muchos otros arrasada por verdaderos amorales
que se daban golpes en el pecho o gritaban vivas a cualquier bandera, al tiempo
que llenando sus cuentas en Suiza cometían toda clase de atropellos.
En mi celda durmió Pujadas,
chantajeado por Pascual Estevill, en la de al lado Bertrand de Queralt (dudando
entre varios abogados), o en el economato de Geriatría serví café a
Planasdemunt, Forcadell (fallecidos al poco tiempo) y decenas de nombres que no
quiero recordar porque por lo que sé ellos quieren olvidar, o que olviden su
familia y entorno. Un imposible olvidar que se ha sido víctima hasta el nivel
de entrar en la cárcel, pues alguno aun me llama pidiendo que cite el caso pero
no su nombre. El “o pagas o te pudres en la cárcel” no se olvida jamás. Y entre
nuestros verdugos había de todas las filiaciones políticas. Oírme “faxista”, o
partidario de cualquiera de mis despreciados partidos políticos, me ofendería
de no haber vivido lo pasado, pero me hace “gracia”, vaya
“desgracia”.
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