Desde que la red entró
en nuestras vidas a velocidad de módem, allá por mitad de los 90s, hasta hoy,
que todos llevamos dispositivos que nos permiten recibir y enviar información en
cualquier momento y lugar, hemos llegado a ser mucho más que meros espectadores de la
actualidad.
Hace ya muchos años que
la tecnología nos facilita poder ser reporteros improvisados de cualquier
suceso. Más aún, todos podemos gestionar, si así lo deseamos, nuestro propio
medio de comunicación en forma de web, blog, red social, etc., sin perder de
vista que esa misma tecnología y la posibilidad de acceder a la red
instantáneamente facilita lo que, en un pasado no tan lejano, era imposible:
convertirnos también en comentaristas de una noticia recién publicada en
cualquier medio.
Precisamente esto, poder
comentar cualquier noticia sin necesidad de esperar que un redactor decida
publicar las opiniones de los lectores, es lo que en ocasiones puede
comprometer la veracidad de lo publicado, y hasta desmentirlo completamente.
Obviando los comentarios
de poco contenido y los que directamente son insultos y descalificaciones, que
es lo que suele suceder habitualmente, hay informaciones que se han visto
desmontadas por lectores verdaderamente informados y conocedores del contenido
publicado.
Precisamente una de esas
“fake news”, publicada oportunamente en 2004 para poner en entredicho al
entonces presidente George W. Bush y a su padre, el ex presidente George W. H.
Bush, supuso un escándalo cuyo desmentido no tuvo repercusión paralela
posteriormente, cuando el engaño de tal noticia fue desvelado por una serie de
personas, simples lectores y espectadores, sin relación real con los medios que
más se hicieron eco de la tan crítica información sobre el presidente Bush.
La web de información
disidentia.com ha publicado un interesante artículo sobre este asunto. Más
concretamente, cómo algunos lectores bien informados y expertos en sus
respectivas materias desvelaron la falsedad de los documentos sobre los que se
basaba la noticia de ese supuesto asunto que enturbiaba el pasado del
presidente de los Estados Unidos.
Recomiendo su lectura en este link. El artículo supone tan solo un ejemplo de cómo una información, que
en este caso concreto pasó siete filtros antes de ser publicada como cierta,
puede desvelarse como absolutamente falsa gracias al interés por la verdad de
unas pocas personas que no se dejaron engañar por el impacto de una noticia
cuyo objetivo era arañar votos a favor
de una opción política rival al entonces presidente.
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