Puede elegir voz o texto
La diferencia
fundamental entre un entrevistador independiente y un entrevistador vocero, es
el trato que uno y otro le dan a un mismo entrevistado.
Cuatro días antes de la
jornada electoral pude oír, casi por completo, la entrevista que el supuesto
liberal y ciertamente subvencionado Jiménez Losantos le hizo a Santiago
Abascal. Y debo reconocer, no me duele admitirlo, que mi primera sorpresa fue
que Losantos dejó hablar un tiempo razonable a Abascal; lo que no deja de tener
un cierto mérito, dada la querencia del propio Losantos a querer escucharse, y
escucharse, y escucharse, acaparando un tiempo que, por lógica, debería
dedicarlo a lograr contenido de interés entre todo lo que el entrevistado tenga
que decir.
Pero no fue tanto así en
el reciente caso de Abascal. El peloteo del locutor hacia Vox se palpaba en la
entrevista. No podía ser de otro modo dado el rumbo que EsRadio había tomado en
los últimos meses, más o menos desde el resultado de las elecciones Andaluzas.
Con doce escaños aparecidos de la nada (sin duda, un magnífico resultado para
Vox) Losantos dio un golpe de timón, un par de codazos en el hígado al
globalista Pedo J. Ramírez, quien lleva ya un tiempo considerable babeando por
ciudadanos, y puso proa a lo que él, el propio Losantos, gran maestre de esos
extraños “liberales” de escaso criterio que pululan por España como pollos sin
cabeza, debió considerar como puerto seguro de un partido emergente que podría
llegar a tener las parcelas de poder suficientes como sostener la delicada
situación económica de este grupo de comunicación que Federico dirige con la
inestimable ayuda de dos remedos de Pepe Gotera y Otilio como no se han
conocido ni en el sofocante ambiente de peloteo de la cadena SER.
Parecía Losantos
entrevistador y apuntador a la vez. Solo le faltaba una concha a ras de
escenario y de espaldas a la audiencia para susurrarle partes de un guión
conveniente para el cercano final de campaña. Parecía tan apuntador, que fiel a
su vicio, hacía preguntas de enunciado más largo que las respuestas de Abascal.
Mientras el entrevistador comenzaba hablando de Pérez Galdós, de la Virgen del
Pilar, de Orihuela del Tremedal y de la invasión francesa, Abascal contestaba
con un discurso que trataba de centrar la atención del oyente y sacarla de las
diatribas del director del programa.
Con todo esto, Abascal
pronosticó durante la entrevista un resultado apabullante a favor de Vox y de
la derecha en general, con el único argumento de que nadie daba un Euro por el
partido en las elecciones andaluzas y la sorpresa había sido más que sonada.
A partir de ese momento,
Jiménez Losantos se vino arriba, más aún, y se refirió a la mayoritaria
presencia de Vox en las redes sociales y el papel de simpatizantes y afiliados
en la campaña, los llenos en los mítines… Y una de sus colaboradoras, que hasta
no hace mucho tiempo trabajaba en periodismo del corazón y ahora está presente
casi en cada entrevista que hace el programa a algún político, le preguntaba
por la financiación del partido en términos de peloteo mayúsculos, para enlazar
otro colaborador no ya otra pregunta, sino una contundente afirmación de que
Vox , “sin duda”, conseguiría el sorpasso al PP y quedaría como una de las
fuerzas predominantes del Congreso.
En sí, la entrevista no
tuvo demasiado interés. Losantos continuó con una loa digna de los clásicos al
gobierno tripartito de Andalucía en el que gracias también a Vox, el partido
venido de otra galaxia para salvar al planeta tierra, tiene mucho que ver. Por
descontado, las llamadas de los oyentes que se emitieron en el programa fueron
casi en su totalidad de apoyo expreso a Abascal; pero no deberíamos perder de
vista que, cada vez que Losantos ha tomado partido por un político, como no
hace mucho por Casado, anteriormente por Rivera, antes por Rosa Díez y a todas
horas por Esperanza Aguirre, los oyentes, invariablemente, han llamado en
mayoría para apoyar en ese momento al preferido del presentador. Lo que no
habla mucho en favor de la capacidad de criterio de su audiencia. Al final del
programa, si Jiménez Losantos no hubiera sido tan menguado de tamaño, seguro
que habría sacado a Abascal a hombros del estudio de EsRadio a los acordes de
El Gato Montés.
En definitiva, Abascal
jugaba en casa, con el árbitro a favor y el VAR desconectado.
No así le sucedió a Pablo
Casado, que fue entrevistado al día siguiente en el mismo horario.
Casado reveló durante la
entrevista, más parecida a un cara a cara que a cualquier pretendido ejercicio
de periodismo, que antes de campaña habló con Vox y Ciudadanos para proponer un
pacto global con el que sería factible derrotar a la izquierda y recordó a los
oyentes la buena disposición del PP para pactar en Andalucía con un Vox y un
Ciudadanos que no se hablaban. En ese planteamiento no se le podía quitar la
razón. Hoy, Casado es el único que tiene legitimidad para asegurar que él si
buscó pactos desde el principio.
Losantos cometió un
error de novato, o de malvado, al echar en cara a Casado que no presumiera de
lo bien que lo están haciendo los tres partidos en Andalucía cuando participaba
en programas y debates, con lo que el entrevistador demostró que no había visto
tanto como presumía las intervenciones ni las entrevistas de Casado en los
diferentes canales.
En realidad la
entrevista a Casado fue mucho más incisiva por parte de Losantos e Isabel San
Sebastián de lo que fue la de Abascal. Y podría haber sido una gran entrevista
si no se hubiera notado tanto que Losantos ya tenía, o pretendía tener otra
novia más joven, Vox, con la que poner los cuernos a un PP al que tanto le
debió en el pasado.
La defensa de Casado
frente al acoso fue aceptable, explicando sin dudar ni titubear y diferenciándose
así de Abascal, las líneas maestras de un programa que, si el PP no tuviera aún
ese trasfondo del traidor Rajoy, sería más que confiable. A pesar de todo lo
anterior, Casado se esforzó varias veces para reconducir la entrevista hacia lo
verdaderamente importante. Sánchez. El objetivo común y auténtico peligro para
la nación. Pero el director del programa estaba más interesado en frenar a
Casado, no fuera éste a eclipsar a Abascal, que en enfocar esfuerzos comunes
para abordar asuntos prioritarios
Losantos estaba empeñado
en cargarse lo poco digno de esta entrevista, y le reprochó en un par de
ocasiones a Casado que éste estuviera citando literalmente el programa de Vox
como si fuera del PP; y cuando Casado le dejaba sentado ofreciendo argumentos
mejor construidos que las tendenciosas preguntas del presentador, éste se
dedicaba a un infantil “y tú más” recordando una y otra vez las políticas
zapateristas de Rajoy, como si desease a toda costa que los oyentes no solo votaran
a favor de Vox, sino que también se llevaran las papeletas del PP de los
colegios electorales y las arrojaran a la papelera más cercana.
La despedida a Casado fue fría. Federico parecía no
querer tener nada que ver ya con el PP. Como si estuviera muy seguro de que Vox
arrasaría en las urnas y borraría el recuerdo de un Partido Popular del que el
comunicador tanto obtuvo y al que tanto arrastró desde su micrófono. Pero ya se
sabe. El sentido de fidelidad de Federico Jiménez Losantos es como el del
escorpión que picó a la rana cuando ella le cruzaba por el río sobre sus lomos.
Mientras el escorpión también se hundía en el agua, se justificó diciendo “Está
en mi naturaleza”.
Publicado originalmente en Rambla Libre el 30 de abril de 2019
