
Han pasado tres meses desde que Marta del Castillo fue asesinada. Como no podía ser de otro modo, el tratamiento y seguimiento que de este caso han hecho algunos medios ha rozado el amarillismo. Sin embargo, otros se comportaron con dignidad y respeto hacia la familia de la víctima.
Hoy finaliza oficialmente la búsqueda de los restos de Marta en el vertedero de Sevilla. Búsqueda motivada por el cambio de declaración de los sospechosos, quienes declararon que arrojaron el cadáver de la muchacha a un contenedor de basura, desmintiendo de este modo su primera versión, en la que aseguraban que tiraron el cuerpo al río Guadalquivir.
De modo que el juez instructor no tuvo más remedio que ordenar la búsqueda del cadáver en el vertedero de basura de Sevilla. Imagino que, como yo, o como el propio padre de Marta, casi nadie creyó la nueva versión que contaron los implicados en el crimen. Si es cierto que envolvieron el cuerpo en una alfombra o una manta y lo depositaron en un contenedor de basura próximo a la casa donde la mataron, es muy extraño que los operarios que acompañan al camión recogedor de basura para enganchar los contenedores al mecanismo articulado que los vacía no advirtiesen que un bulto tan grande como el cuerpo de una adolescente de estatura media caía desde el contenedor hasta la caja del camión. Pero los restos de Marta tuvieron que pasar forzosamente por un segundo filtro, que es otro grupo de trabajadores que comprueban y clasifican la basura que llega al depósito. Ellos habrían reparado en esa alfombra o manta con restos humanos.
Esta segunda versión suena a mentira pero, en cualquier caso, era necesario eliminar todas las posibilidades, y ordenar la búsqueda en dicho vertedero. Algunos periodistas apuntan a que alguien asesoró a los acusados para que cambiaran su declaración con el objeto de despistar a los investigadores. Teniendo en cuenta que los acusados confesaron estar implicados, de uno u otro modo, en la muerte de Marta, hasta el punto de ofrecer detalles que podrían ser definitivos a la hora de condenarles, bien parece que ahora sean conscientes de que si no aparece el cadáver, no podrán ser acusados de asesinato, homicidio o complicidad con ciertos agravantes; lo que podría ahorrarles muchos años de cárcel ante un tribunal.
Desgraciadamente, se impone la sospecha, casi certeza cuando se conoce lo poco que trasciende del carácter y costumbres de los imputados, de que pudo haber sucedido algo más antes de que Marta perdiera su vida. Quizás ahí radique la necesidad desesperada de estos criminales para que nadie encuentre los restos de Marta, evitando de este modo que se pueda realizar un exhaustivo estudio forense que pueda determinar en qué condiciones murió la joven, por si se diera el caso de añadir nuevas acusaciones.
Insistiendo en el principio de restitución, que he defendido últimamente en varias ocasiones, no he podido evitar pensar en el agravamiento de la situación causada por quien o quienes mataron a Marta.
No solo acabaron con una adolescente. Causaron desgracia a toda la familia y entorno próximo, con un daño que no desaparece jamás. Además, han provocado la movilización de muchas personas y tremendos recursos necesarios para buscar en el cauce de un caudaloso río y en un inmenso vertedero en el que han tenido que desplazar miles de toneladas de residuos. No se trata solamente de que han entorpecido la investigación; es que también han costado y costarán mucho dinero al contribuyente. ¿Cómo se restituye todo esto? Imposible. ¿Cómo se consuela de tanto dolor a los padres, hermanos y demás familiares de Marta? Imposible también. ¿No se puede añadir a los cargos existentes el perjuicio añadido por las mentiras de estos criminales? Parece ser que no.
Hace un tiempo pude consultar brevemente sobre este particular con alguien que tiene muchos más conocimientos que yo sobre leyes. Me comentó que, si bien en otros países un delincuente puede ser acusado y condenado a mayor pena por el hecho de mentir y entorpecer la investigación con objeto de protegerse, aquí no sucede tal cosa. De modo que es muy posible que los tres últimos meses les salgan gratis a estos muchachos.
Mientras tanto, se cierra otro capítulo en esta terrible historia. Parte del final ya lo conocemos. Marta está muerta. Queda por ver si los culpables pagan realmente como deberían. De lo que sí estoy seguro es que estos tipos estarían perdidos ante un jurado popular.