Las declaraciones de José Bono respecto a la nueva ley del aborto resultan lapidarias.
“Si un diputado está en contra porque su conciencia así se lo ordena, que deje su escaño.”
El presidente del Congreso entra de nuevo en el juego de Bibiana Aído y el resto de personajes que Zapatero ha ascendido al poder. El juego de ingeniería social que el Presidente del Gobierno ya iniciara cuando aún estaba en la oposición.
Para la mayoría de ciudadanos de cualquier país, un cambio radical sobre casi cualquier aspecto social o moral raramente es aceptado. Los dirigentes lo saben. Es más práctico ir sentando las bases de ese cambio durante algunos años. No solo se trata de preparar a la gente para aquello que los políticos quieren imponer. Además, se consigue el efecto justamente contrario al rechazo. El pueblo se ha convencido poco a poco de que dicho cambio es necesario, es aconsejable, es social y, por lo tanto, quienes siguen oponiéndose a la opinión mayoritaria son antisociales. El uno de los principios de Goebbels que invariablemente se cumple. Repetir una mentira incesantemente hasta que el pueblo asume que esa mentira ya es una verdad.
El primer gobierno de Zapatero no fue un equipo que deslumbrase a nadie por su reconocida capacidad, ni mucho menos. Pero pasó prácticamente desapercibido que ZP se presentaba a dirigir la nación acompañado de un grupo de ineptos, porque la nación estaba inmersa en aún en el dolor de los atentados de Madrid, en la confusión todavía reinante promovida por los medios que viven de la izquierda, y en la esperanza de un cambio prometido por Zapatero, aunque nadie sabía qué era exactamente ese cambio ni qué era necesario cambiar.
Creo que en aquel primer gobierno no cabían todavía personajes de la talla de Bibiana Aído, por poner un ejemplo. Tal cosa hubiera provocado demasiadas reacciones en contra. Seis años de gobierno de Rodríguez Zapatero han provocado que una Ministra como Aído, o como Blanco, sean vistos como algo absolutamente normal. Lo que en otros países sería impensable, aquí sucede a menudo.
Del mismo modo, hace unos años, las propuestas que Aído ha llevado al parlamento habrían provocado mayor oposición popular. Pero hoy hay mucha gente dispuesta a plantearse si un bebe no nacido, de 12 o 14 semanas de vida, es un ser humano. Cuando la semilla de la deshumanización germina en el espíritu, es mucho más sencillo convencer a millones de ciudadanos de supuestas raíces cristianas sobre la falta de atributos humanos de un feto.
Si en este país, absolutamente perdido y sin dirección, las palabras de Bono sirvieran para convencer a un solo socialista de los que se denominan “cristianos” (¿?) de que este Presidente del Congreso no es más que otro Judas que ve incompatible la moral con el derecho a la vida, me daría por consolado. Estoy convencido de que las declaraciones de José Bono hubieran sido mayoritariamente rechazadas hace tan solo 10 o 15 años. Hoy ya se puede decir sin disimulo. La conciencia y la política no se avienen. A nadie le va a tomar por sorpresa, y muchos políticos lo llevan con naturalidad.
Es decir, que según las palabras de José Bono, quien esté en política para luchar por unos principios y obrar según los dictados de su propia conciencia, sobra.
Queda bien claro. Gracias.
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