Móviles
y Transformers
por
Martín Cid
No
hace demasiado (aunque algo hace) caminaba por los pasillos de la Facultad de
Periodismo un tipo con pretensiones de escritorzuelo y anhelos de bohemio. Si
consiguió o no ambas cosas es asunto que sólo a la más breve historia se
refiere y no citaremos el nombre del escritorzuelo, ahora escritor, porque sus
más hondas mezquindades clamarían en caso, como así ha acaecido, y citarían sus
mediáticos orígenes.
Lo
cierto es que nuestro protagonista era amigo de las nuevas tecnologías (no así
lo eran en la facultad, en la que se seguía considerando al tipómetro como el
elemental instrumento de todo buen periodista). Fue uno de los primeros en
llevar el famoso móvil, presente hoy en día en todo buen hijo de familia, y de
los primeros en recibir aquellas esquivas y clásicas burlas.
-¡Compra!
–exclamaba uno imitando al bróker.
-¡Vende!
–continuaba el otro jugando al mismo juego ante la sonrisa forzada de nuestros
protagonistas.
Sí,
los tiempos han cambiado y ya nadie se burla de nuestro amigo salvo los
editores, ya nadie duda de la utilidad del aparato en cuestión y ya nadie se
plantea su apriorística y metafísica necesidad.
No
negaré en este punto los avances de la computación, no negaré que esa maravilla
llamada internet cambiará la manera en la que el ser humano se enfrentará con
el mundo. Los ordenadores han cambiado la manera de interrelación (al menos en
las generaciones más jóvenes), nuestros hábitos de lectura (en los que el ebook
amenaza con devorar la industria editorial), la manera en la que hacemos
transacciones bancarias (al menos para los que tengan dinero para hacerlas),
nuestras opiniones, nuestros hobbies… así una larga lista que se haría casi interminable.
Es
cierto, el chico que abandonamos hacía un par de párrafos es hoy en día, como
buena parte de su generación, incapaz de vivir sin un ordenador cerca. Hoy en
día tiene dos y alguien me ha dicho que escribe ahora mismo unas líneas que se
suponen espejos de éstas… mira al pasado y observa en el escritorio una vieja
pluma estilográfica de la que tan orgullosos sus abuelos hablaban:
-¡Una
maravilla de la técnica!
Y
mira el bolígrafo que usó en el colegio porque había superado (o eso decían) a
la estilográfica… y mira también una vieja máquina que hacía las veces de
agenda… rudimentaria y con poca memoria –se diría hoy-… antaño otro caprichoso
regalo de sus padres.
Nuestro
amigo tiene hoy treinta y cuatro años y ha visto como en apenas una década el
mundo ha cambiado y ha dado un giro trascendental y ha virado hasta que unos
pretéritos desconocidos aparatos se han erigido en un miembro más (y quizás el
más importante).
Se
mira al espejo, espera un momento y despacio ve sus párpados un poco más cansados:
-Quizás
esto del ebook no tenga futuro después de todo… quizá la industria del libro
sobreviva después de todo… porque siempre han gustado las gentes de tomar un
buen libro con sus hojas elegantes y su tapa dura.
Sí,
le costó algún esfuerzo publicar libros y, ahora, todo vuelve a cambiar.
Miró
hacia atrás y el espejo le devolvió una sonrisa cansada.
Había
envejecido.
**Martín
Cid es autor de las novelas Ariza (ed. Alcalá, 2008), Un Siglo de Cenizas (ed.
Akrón, 2009), Los 7 Pecados de Eminescu (e-book) y del ensayo Propaganda,
Mentiras y Montaje de Atracción (ed. Akrón, 2010). Fundador de Las Libertades y
de la revista cultural Yareah Madrid.
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